La forma de
comunicarnos desde épocas remotas es basada en el lenguaje oral, y este nunca
ha sido desplazado por el lenguaje escrito, pero, en la actualidad, la
tecnología se ha apoderado de una manera apresurada de las distintas formas de
lenguaje, tanto que la oralidad ha pasado de procesos tradicionales a medios
con herramientas como Skype, móviles con la posibilidad de video llamada, blogs
interactivos, y mensajes instantáneos como line, whatsapp, SMS, email, y más
específicamente con Facebook y twitter.
El lenguaje oral es más abierto, menos secretista, más
espectacularizado, más sexualizado y menos ritualizado donde preocupa más la
apariencia que el poder, hay menos jerarquías y todos se ven iguales y por ende
más utilizado por jóvenes con respecto a sus progenitores, inclusive,
consideran que la nueva o tercera oralidad es más fluida y extrovertida, tanto
que evitan hablar en directo o por teléfono, pués estas formas neutralizan la
mentira y se muestra más sincera.
Pero es muy interesante formular la pregunta que
hace Elsy Rosas Crespo, en su artículo de Procesos de escritura en Twitter
(14-04-2011) ¿en las redes sociales nos hallamos ante la manifestación de una
nueva oralidad, nueva escritura, o un poco de ambas?, y si realizamos un
análisis a nuestra época, es una combinación de ambas debido a las aplicaciones
y adelantos tecnológicos, porque en cuestión segundos podemos pasar de hablar
con alguien, a “twittear” con alguien, a “whatsappear” con alguien, o
simplemente vernos con otra u otras personas al utilizar la oralidad y la
escrituralidad combinada por Skype. Entonces a estos procesos escriturales los
acompañamos de emoticones, widgets y gadgets en Facebook u otras redes, siendo
elementos que pueden llegar a expresar tristeza, alegría, satisfacción, dolor,
amor, llanto, abrazos “virtuales” y muchas otras sensaciones que en la presencialidad
por pena no hacemos o simplemente porque un elemento electrónico desinhibe al
ser humano de tabúes.
La oralidad en el ciberespacio nos dice que las comunidades virtuales, las tribus de la Red, los
facebooks, twitters y demás, facilitan el acceso de conocimientos
detallados específicos y, a través de ellas se crean redes de
conocimiento, que dan lugar a un vasto universo de subjetividades colectivas.
La formación de comunidades virtuales , se motoriza gracias a la
necesidad innata del hombre por llenar el vacío y el aislamiento social
que le impuso la sociedad moderna. Día a día se desarrollan aplicaciones
que sobrepasan, en gran medida, el espíritu inicial de Internet; el de
propiciar el acercamiento entre los seres humanos.
Internet como red global, como el sistema complejo de creación humana
más sofisticado, extiende nuestros sentidos hasta abarcar eventos y
realidades diversas y dispersas en el mundo, y por ello hace posible un
nuevo nivel de conciencia, en el cual los seres humanos pueden extender
su sentido de identidad y pertenencia más allá de lo geográfico.
Este aspecto central de Internet, como ya hemos
visto, tiene una correlación psico-social que influye no solo en la
forma en la que vemos el mundo, sino también la forma en que funciona
nuestra sociedad. Las nuevas tecnologías amplifican, exteriorizan, modifican y fluidizan muchas funciones cognitivas. Si
la información nos permite CONOCER en el sentido cabal de la palabra,
al final de cuentas nos tendría que permitir conocernos a nosotros
mismos.
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